La cocina
Podemos dividir las cocinas en dos grandes grupos, en función de la energía que consumen: las de gas y las eléctricas. A su vez, las cocinas eléctricas pueden ser de resistencias convencionales, de tipo vitrocerámica o de inducción. Dentro de la familia de las cocinas eléctricas, las cocinas de inducción calientan los alimentos generando campos magnéticos. Al utilizar esta tecnología, resultan mucho más rápidas y eficientes que el resto de cocinas eléctricas, ya que consumen un 20% menos de electricidad que las vitrocerámicas convencionales. Aun así, en general se puede afirmar que las cocinas de gas son más eficientes que las eléctricas. Funcionan con quemador de gas butano o de gas natural. Hay que mantener la cocina bien limpia, especialmente los quemadores. Se debe procurar que el fondo del recipiente sea ligeramente superior a la zona de cocción, para que no sobresalga la llama. De este modo se aprovecha al máximo el calor de la cocina. En las cocinas de gas, la llama deberá ser azul y uniforme, y no deberá sobresalir del fondo de los recipientes. Hay que reducir potencia cuando comience la ebullición. En las cocinas eléctricas, hay que utilizar una batería de cocina de fondo grueso y con difusor, ya que se consiguen temperaturas más homogéneas en todo el recipiente. Es conveniente aprovechar el calor residual de las cocinas eléctricas (excepto en el caso de las de inducción) apagándolas unos cinco minutos antes de finalizar el proceso de cocinado. Es preciso evitar las corrientes de aire, ya que enfrían los recipientes e incrementan el consumo energético. En el uso de la cocina existen tres principios de ahorro básicos: – Utilizar la olla de presión tanto como se pueda. – Cocinar al vapor y con el agua justa para la cocción. – Mantener tapadas ollas, cazuelas o sartenes mientras se usan (se ahorra entre el 20 y el 30 % de energía). El microondas puede ser un buen complemento para cocinar. Su elevado consumo energético queda compensado por la reducción de su tiempo de uso. Utilizar el microondas en vez de recorrer al horno convencional puede suponer un ahorro energético de entre el 60 y el 70%, así como un ahorro considerable de tiempo.